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Encuentros para la prevención de violencias en la Comuna 7 de Medellín

15/08/2021

“Escuchando a la otra nos hacemos grandes personas, maduramos en muchos aspectos y nos sirve para pensar diferente” (Mujer participante, barrio Villa Santa Fe)

Para las 177 personas que participaron en los encuentros para la prevención de violencias en la Comuna 7 de Medellín, estas actividades representaron una medicina para el alma. Muchas de ellas desde hace tiempo no tenían estos espacios para el ocio, la reflexión o hablar con otros y otras que tienen sus mismas necesidades. Algunas nunca habían tenido la oportunidad de formar parte de un proceso colectivo para contribuir a mejorar la convivencia en su comuna.

“Estos espacios nos han permitido crecer, conocernos, compartir, aprender, brindar lo que sabemos” (Sandra, mujer participante, barrio Palenque)

Esta actividad forma parte del proyecto “Promoción de la cultura de paz y solidaridad, prevención de las violencias y defensa de los DDHH en Medellín” que desarrollamos conjuntamente con la Asamblea de Cooperación por la Paz con la financiación del Ayuntamiento de Madrid. Se trata de un proceso para promover la equidad de género, los derechos humanos y la prevención de las violencias y también para generar espacios en los que las personas participantes puedan compartir, mirarse a sí mismos y ver que en su entorno hay pares que viven situaciones similares y que pueden acompañarse.

La participación de los 32 niños y niñas, 34 jóvenes, 47 mujeres, 30 hombres y 34 personas adultas mayores, de los barrios La Iguaná, Vallejuelos, Palenque, Villa Flora, Villas de Santa Fe, Aures, López de Mesa, Santa María, Diamante, Cucaracho y El Cortijo, todos ellos sectores periféricos de la ciudad de Medellín, posibilitó reflexionar en torno al sexismo y la xenofobia, la desnaturalización de prácticas machistas que se legitiman en los noviazgos, la identificación de lugares seguros y de riesgo en el territorio, reconocer situaciones de violencia y gestar propuestas que contribuyan a la prevención, especialmente de las violencias basadas en género, desde los hogares y las relaciones cotidianas.

Durante todo el proceso se tejieron conversaciones comprensivas que permitieron reconocer las situaciones particulares que se viven de acuerdo a la edad y el género, reflexionando sobre la importancia del cuidado mutuo y las prácticas incluyentes en las que todos y todas sean valoradas y reconocidas, como estrategias para reducir la violencia y fomentar la sana convivencia en la Comuna.

Para muchos de los hombres participantes en esta actividad significó la oportunidad de analizar por primera vez los micromachismos y cómo sin saberlo los promueven y reproducen. Por medio de refranes, música y material audiovisual, pudieron conversar sobre estos temas y construyeron acuarelas que representan prácticas a las que se comprometieron para tener relaciones equitativas dentro de sus hogares. Según comenta Sergio, hombre participante, “este proceso me permitió comprender que muchas veces tengo prácticas que creía que eran normales, pero no, son aprendidas y violentas, acá aprendí que es importante que las cambie, aprendí a analizar en qué estoy fallando para cambiar, este proceso me enseñó que la comunicación, el amor, el respeto y el trabajo en equipo son fundamentales para vivir mejor en mi familia”.

La participación juvenil constituyó otro hito importante ya que estos espacios no son habituales en la Comuna o no están dirigidos a las y los jóvenes. En palabras de Isabella, joven del barrio Cucaracho: “Este proceso aporta significativamente a la convivencia social y a la integración de nosotras y nosotros, la generación que ha trascendido la barrera del conflicto y la violencia para formarnos como protectores de paz y de derechos humanos, pues nosotros hemos decidido ser algo diferente al propósito de los barrios conflictivos en Medellín; decidimos querer, amar y proteger en vez de violentar. Como mujer joven y como lideresa, estos encuentros me ayudan a generar conciencia conmigo misma y empatía con las otras mujeres adultas, jóvenes y niñas”.

En el caso de las mujeres adultas mayores, los encuentros les ofrecieron la posibilidad de reconocer cómo desde la educación se reproducen prácticas culturales machistas y cómo han participado en ellas.

A mí me criaron a punta de golpes y cuando fui mamá repetí eso, con este proceso aprendí que esa no era la manera y quiero seguir aprendiendo a manejar mejor mis emociones para no ser violenta”  (testimonio mujer adulta mayor, sector Villa Flora)

La participación de colectivos con trayectoria en el trabajo comunitario y la posibilidad de que se integraran en el proceso personas no organizadas, ha hecho posible contar con una población crítica en la Comuna 7 dispuesta a continuar aportando, desde el ámbito familiar y barrial, a gestar otras formas de relacionarse que fortalezcan el tejido social y los liderazgos comunitarios en favor de la equidad y la vida. Así lo plantea Gloria Vidal, lideresa de la Comuna 7: “Este proceso es la posibilidad de ampliar nuestra red, de trabajar articuladamente para que nuestra comuna siga teniendo espacios de participación y que los líderes y las lideresas podamos seguir inspirando a desarrollar obras locales para superar los conflictos”.

En definitiva, el proceso vivido según testimonios del equipo de trabajo, líderes y lideresas y personas participantes, fue pertinente y de gran importancia para fomentar la conciencia por los derechos humanos y de género, tejer relaciones de autonomía y respeto dentro de los entornos comunitarios y familiares, y construir diálogos que permitan el reconocimiento propio y de los demás, dando lugar a la posibilidad de ser desde el respeto y el amor.

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